Publicado originalmente en Revista Glup número 71, julio de 2015
ruta de la cerveza en Europa |
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¡Prost!
Estamos en Alemania y miles de grupos
de amigos chocan sus tarros al beber la primera cerveza de la noche. Lo mismo
pasa en toda Europa a la voz del na zdravi checo, el santé
francés o el Skål danés. No en vano se trata de la bebida alcohólica más
popular del mundo.
Compañera
del ser humano desde el neolítico, a lo largo de miles de años se han generado
una variedad de estilos y toda una cultura alrededor de ella. Hay quien
considera que no se conoce un país si no ha probado su marca local, que en
ocasiones son símbolos nacionales.
Te
presentamos los mejores lugares para hacer turismo cervecero en Europa.
Irlanda
Hay
unas marcas reconocidas y otras icónicas, Guinness es una de ellas. No sólo es
la stout más querida del mundo con millones de litros vendidos al año, sino que
es una de las primeras cosas que uno asocia con Irlanda.
La
destilería de Saint James Gate, donde esta cerveza se produce desde 1759, es la
atracción turística más importante del país. La visita incluye desde cursos para
servir una pinta perfecta, hasta una colección de publicidad o recetas para
incorporar la Guinness en tu cocina. Para terminar se visita el Gravity Bar que
corona el edificio y que ofrece una vista de 360° de Dublín.
Otro
icono irlandés, en este caso literario, es James Joyce, quien dejó noticia
sobre varios pubs en sus obras. Siguiéndolo es posible realizar un tour por
estos bares visitando el Davy Byrne’s mencionado en Ulises, el International que aparece en Dublinenses o el Mulligan’s que presume haber sido el favorito del
autor.
Bélgica
En
un país con más de 180 destilerías, la ciudad universitaria de Leuven es casa
de la más grande: Anheuser-Busch InBev, dueña de Grupo Modelo y productora de
la Stella Artois, la marca más famosa de la nación. Todos los fines de semana
la destilería abre sus puertas para mostrar su proceso de fabricación.
Previa
cita, también se puede conocer la cervecería Domus, para hacer una cata de sus
tres especialidades o desplazarse a pequeños pueblos de sus alrededores para
comparar a estas grandes marcas con las pequeñas microdestilerías locales.
A
25 kilómetros de ahí, Bruselas presume de ser el hogar de las lambic, una
variedad única de Bélgica que se produce con la fermentación espontánea del
trigo y la cebada gracias a bacterias endémicas de la zona.
Además
de este trago único, la capital del país mantiene tradiciones centenarias como
el fin de semana de la cerveza, cuando el gremio de origen medieval hace una
ceremonia de investidura para sus nuevos miembros; las fiestas de San Arnoldo y
San Gambrino, protectores de la producción local o el Beer Challenge cuando expertos de todo el mundo catan cientos de
bebidas locales para elegir las mejores del año.
No
cabe duda que el país se toma muy en serio la bebida, por ello cada una de las
casi 20 variedades de la bebida es servida en un tarro con una forma
particular, considerándose que el envase correcto mejora su sabor.
Alemania
Todo
amante de la cerveza tiene al Oktoberfest de Múnich como una meca. El festival,
donde se sirven más de 7 millones de tarros de la espumosa bebida acompañada de
música, juegos y comida tradicional bávara, ha sido imitado en todo el mundo,
sin ser igualado. Pero si viajas a Múnich en otra temporada no tienes que
privarte de un gran ambiente, si bien éste llega en una escala más modesta.
A
lo largo de toda la ciudad se encuentran decenas de Biergartens, espacios
ajardinados y por lo general anexos a restaurantes, donde se sirve cerveza y se
puede llevar comida o comprarla ahí mismo. Los Biergartens son casi tan
antiguos como el Oktoberfest, y el más grande de la ciudad, el Hirschgarten,
tiene una capacidad para 8,000 personas. Estos jardines son una excelente
alternativa para disfrutar de la cerveza al aire libre durante gran parte del
año.
La
mayor parte de la cerveza consumida en Múnich, al igual que en el resto del
mundo, son lagers, un estilo inventado en el siglo XIX y que remplazó en gran
medida a los estilos tradicionales surgidos de la alta fermentación. Pero
aunque minoritarios, esta antigua cerveza sobrevive en ciudades como
Dusseldorf, donde la bautizada como altbier (cerveza vieja) es un orgullo que
representa el 20% del consumo de la ciudad.
Nueve
destilerías la producen siguiendo leyes de pureza vigentes hace siglos, y las
venden sólo en sus instalaciones. Un bonus es que cinco de éstas están
localizadas en un casco histórico que salió incólume de la Segunda Guerra
Mundial, por lo que se puede conocer la ciudad mientras se va de bar en bar
detectando las pequeñas diferencias en cada receta.
República Checa
En
Praga cientos de extranjeros aprenden cada día a brindar como los checos,
golpeando el tarro en la mesa antes de beber. La escena ocurre en el U Flecků,
el restaurante que, tanto por su historia como por su ambiente, es el más
popular de la ciudad.
Se
trata de la destilería más antigua de Europa central, con más de 500 años
sirviendo la Flekovský ležák 13°, una receta propia que no embotellan ni venden
fuera de sus instalaciones. El lugar es tan popular que tiene ocho salones y un
jardín con espacio para 1,200 personas que comparten largas mesas donde además
de innumerables Flekovskýs degustan las delicias de la comida bohemia y cantan
al ritmo de música en vivo.
Contrario
al U Flecků, la ciudad de Pilsen si vende su pilsner en todo el mundo. La
primera lager de la historia fue creada aquí por el bávaro Josef Groll, cuando
sus habitantes se cansaron de beber lo que consideraban fermentados de baja
calidad.
Pilsen
abraza su relación con la cerveza y 14 destilerías abren sus puertas en tours
cerveceros organizados junto al ayuntamiento, los recorridos llevan desde las
instalaciones de un gigante como Plzeň’s
Prazdroj, hasta destilerías artesanales que producen cervezas con
sabor a cereza y plátano.
Holanda
Para
probar la Heineken no tienes que ir a Ámsterdam pero, si te encuentras en el
país de los tulipanes, si podrás descubrir que la fiebre de la malta no se
limita a esta marca, que en Holanda se sirve en una botella de un verde más
oscuro que en el resto del mundo.
Ámsterdam
tiene más de 30 microdestilerías que se hacen un lugar en el gusto local con
cervezas que se distinguen por su elaboración artesanal. Aliadas en su atención
a los turistas, estas destilerías se pueden visitar en tours organizados en dos
medios de transporte característicos: la bicicleta que los capitalinos eligen
como principal medio de transporte, o los botes que recorren sus icónicos
canales. En cada parada se explica la historia y elaboración de cada marca y se
acompañan de entremeses o cenas completas con una sazón planeada para acompañar
a la perfección la bebida.
La
ciudad también cuenta con el bar Wildeman, que sirve más de 250 marcas de
cerveza, incluidas todas las holandesas y belgas y la mayor parte de las
alemanas y británicas. Lo difícil será elegir cual probar.
Dinamarca
Hubo
un tiempo en que la cerveza en Copenhague era dominada por Carlsberg. Tras
comprar a su competidora Tuborg en 1970, la compañía ejerció un casi total
monopolio por décadas, pero un grupo de destilerías regionales lograron
sobrevivir y aliados como Royal Unibrew hoy compiten con el gigante
escandinavo.
Desde
el cambio de siglo la capital danesa también ha visto la aparición de decenas
de microdestilerías, que han cambiado el mapa de la cerveza en la ciudad,
convirtiéndola en una esencial para los amantes de la malta. La asociación Danske
Ølentusiaster ha trabajado para educar a la gente en la cultura de la cerveza y
hoy durante todo el año, pero en especial cuando se celebra el festival anual Ølfestivaler,
se pueden beber decenas de marcas con nombres impronunciables, pero con un
sabor inigualable.