Publicado originalmente en Voy & Vengo en septiembre de 2016
Más tarde publicado en Viajeros en Ruta en junio de 2019
Barcelona se encuentra entre las cinco ciudades más visitadas de Europa y del mundo entero. Aunque sus circuitos turísticos ya están muy establecidos, hay cientos de cosas que se pueden hacer en su seno, más allá de visitar Las Ramblas, el Barrio Gótico, Montjuic, La Sagrada Familia y las playas. ¿Quieres conocer una Barcelona menos vista por las multitudes? Aquí te la presentamos.
- Parc del Laberint
Para conocer este lugar hay que viajar al barrio de Horta-Guinardó, al norte de la ciudad. Aunque es mucho menos conocido que el Parc Güell, se trata de uno de los jardines más antiguos de Barcelona, pues se construyó en el siglo XVIII. Cuando surgió, estaba lejos de la ciudad y era parte de las propiedades de una de las familias barcelonesas más ricas, los Desvalls, que diseñaron un área verde de estilo neoclásico para recrearse.
El jardín neoclásico fue creado a partir del tema del amor. Se divide en tres terrazas, en una de las cuales se encuentra el laberinto de plantas que da nombre al parque y que representa su principal atracción. En el centro del lugar, por el que todos pasan para encontrar la salida, se encuentra una estatua de Eros. La tercera terraza tiene el otro elemento que distingue al sitio: un pabellón dedicado a las musas griegas, con un manantial natural que fue aprovechado para hacer una cascada. En el siglo XIX el jardín se extendió con un nuevo espacio de estilo romántico, cuyo tema original era la muerte, aunque la mayor parte de estas esculturas desaparecieron y hoy en esencia es un espacio lleno de lechos de flores.
El parque terminó por ser parte de la ciudad conforme ésta se expandió. La familia Desvalls lo donó, de modo que desde 1971 se abrió al público. Con el fin de preservarlo sólo se permite el ingreso de 750 personas al día, pero como aún es un lugar secreto, con toda seguridad encontrarás boletos para visitarlo.
- Tibidabo
Se trata nada más y nada menos que del punto más alto de Barcelona y, por ende, de uno de los mejores lugares para obtener vistas panorámicas de la ciudad. Además de su elevación a 512 metros de altura, su localización en la sierra de Collserola, al norte de la urbe, permite ver desde su cima no sólo el paisaje sino tener como fondo la otra señal de identidad de Barna: el Mediterráneo.
Pero ser un excelente mirador apenas es el primer detalle que caracteriza al Tibidabo, pues en su cima está lleno de atracciones. Dos de ellas destacan sobre las demás.
Primero, el Templo del Sagrado Corazón, una iglesia que tardó 49 años en construirse, hasta su apertura en 1961, diseñada por el reconocido Enric Sagnier. Su interior es de especial interés para los mexicanos, pues en su nave principal hay vidrieras con advocaciones marianas de toda América, las cuales incluyen a la Virgen de Guadalupe. Adentro del templo es posible tomar un elevador y encontrarse en la punta del templo, por lo que puede decirse que uno ha llegado al techo de Barcelona.
El otro atractivo es un antiguo parque de diversiones, el más antiguo de toda España, que aún mantiene varias atracciones históricas, así como otras más modernas, lo cual le concede una gran variedad que va de la nostalgia a la modernidad. Otro aspecto curioso de este parque es que, por su situación en la cima del monte, está construido en diferentes niveles, donde se encuentran desde un museo de autómatas y otro de Lego, hasta un carrusel y unos carros chocones.
Hay diversas formas de llegar a la cima del Tibidabo: en autobús y en funicular, pero tal vez la más atractiva sea a pie. Aunque es un camino que puede ser cansado, permite conocer a los otros habitantes de la sierra, jabalíes que, tras ser casi extinguidos de la zona, fueron reintroducidos y hoy pueden vivir en los lugares que siempre fueron suyos.
- San Adrián de Besós
Cosmopolita, cultural, histórica, monumental y modernista. Hay muchos apelativos con los que se podría describir a Barcelona, pero uno de los que menos se pensarían para calificarla sería: industrial. Sin embargo, la ciudad condal tiene un importante pasado como lugar industrioso. Y aunque poco de este carácter se puede ver en las áreas turísticas, los curiosos pueden descubrir esta faceta viajando a San Adrián de Besós, un municipio conurbado totalmente integrado con la ciudad.
Aunque tiene más de 1,000 años de historia, casi nada queda del San Adrián histórico. El lugar, como hoy lo conocemos, se desarrolló en el siglo XX, cuando fue elegido como espacio donde se asentarían varias plantas termales que debían proporcionar energía a Barcelona, lo cual atrajo pobladores de toda España y permitió el desarrollo y el crecimiento del otrora pueblo, que se urbanizó.
Como resultado de ese pasado industrial, permanece lo que hoy constituye el símbolo de la ciudad: las tres chimeneas y una fábrica abandonada cuya silueta adorna el horizonte del municipio. En la actualidad la estructura se encuentra en un predio en desuso y se discute la posibilidad de derrumbarla, pero un movimiento ciudadano cada vez más importante pugna por conservarla como símbolo histórico de la zona.
La otra consecuencia de la actividad industrial fue la migración de trabajadores de toda España que dieron nueva vida al pueblo. En su honor, San Adrián de Besós es sede del Museo Histórico de la Inmigración, que da cuenta del flujo de personas que llegaron a Barcelona y permite conocer los trenes en los que miles de migrantes viajaron de sus pueblos a la ciudad.
- Los templos romanos
Antes de ser Barcelona, la ciudad condal se llamó Barcino y fue una urbe romana que creció a partir de una colonia cuyo objetivo era controlar el estratégico paso por el río Llobregat.
Barcino nunca igualó en poder a la cercana Tarracó (la actual Tarragona), pero sí alcanzó suficiente importancia para ser considerada una de las principales ciudades romanas en la Península Ibérica. Aunque con el paso del tiempo fue desapareciendo bajo la ciudad medieval y moderna, caminando por su centro surgen, aquí y allá, diferentes vestigios que nos remiten a los primeros años de historia de la ciudad.
Todos los sitios con vestigios romanos de Barcelona y sus alrededores están agrupados bajo el cuidado del Museo de Historia de Barcelona, que los conserva y los abre al público. La entrada a todos ellos es gratuita y se pueden conocer tanto de pisa y corre como más a fondo, en espacios que respetan el estado del sitio arqueológico tal como se encontró.
Entre los lugares más representativos de esta zona se encuentran: el templo de Augusto, el recinto religioso más importante de la ciudad; la vía sepulcral, cementerio de las clases populares que quedó olvidado bajo tierra, y el domo de San Honorato, casa romana reutilizada como almacén durante la Edad Media.
Además, el Museo de Historia de Barcelona se ocupa de la conservación de diversos espacios históricos, como los refugios antiaéreos de la Guerra Civil y el monasterio de Pedralbes.
- Museo de la Mariguana
El debate sobre si la mariguana debe legalizarse también es un tema actual en España y foco de este modesto museo localizado en el Barrio Gótico. A pesar de su cercanía con Las Ramblas, siempre llenas de gente, es poco visitado, quizá porque es uno de los atractivos más nuevos de la ciudad, pues fue inaugurado apenas en 2012.
El museo es una filial del original, que se encuentra en Ámsterdam, ciudad que se caracteriza por su tolerancia hacia las drogas blandas. Fue traído a Barcelona por Ben Dronkers, fundador del concepto original, con el apoyo de algunos empresarios catalanes.
Un antiguo palacio barcelonés, el Palau Mornau, fue adaptado para alojar el Museo de la Mariguana, cuyo objetivo es abordar todos los aspectos de la cannabis alrededor del mundo, desde su uso recreativo y medicinal, hasta la historia de la planta del cáñamo, de la cual procede la mariguana y cuyas fibras tienen usos muy diversos. Aquí se exhibe una colección de pipas, la historia de la prohibición de la mariguana y un instructivo sobre cómo fabricar un cigarro para fumarla.