Publicado originalmente el 8 de marzo de 2015 en Expreso, Diario de viajes
La primera vez que me di cuente del miedo que existía por viajar a México fue en Nueva York. En una ciudad con miles de inmigrantes de mi país resultaba de lo más común que en cualquier restaurante me atendiera un compatriota, y que en las conversaciones la situación de México saliera a relucir.
Dado que desde el gobierno del presidente Felipe Calderón la seguridad en amplias zonas del país había empeorado considerablemente, y a que las noticias de las matanzas de narcotraficantes eran las más sonadas en la prensa internacional, no me hubiera sorprendido encontrar a gente de otro país contándome sus dudas sobre si debían ir a México. Pero no esperaba que fueran otros mexicanos residentes en el extranjero quienes manifestaran un miedo abierto a visitar su propio país.
Resulta una pena que, viniendo de un país tan diverso y rico culturalmente, cuando viajo al extranjero las primeras preguntas que me hagan no sean sobre nuestro pasado prehispánico, sobre nuestras maravillas naturales o sobre nuestras tradiciones. Pero tras casi una década desde que se inició un combate al narcotráfico que ha costado mucho a México, uno sabe que la seguridad es un tema inevitable.
Lo que siempre tengo que decir es que sí, México es un país con grandes problemas de inseguridad que no se resolverán en el corto plazo. Pero que esto no es una razón para privarse de lo mucho que mi país ofrece pues, afortunadamente, estos problemas están en gran medida limitados a sólo unas regiones, mientras que el resto del territorio se puede recorrer con no mayores precauciones que las que se tomarían en cualquier lugar.
Hace pocos meses, también tuve la oportunidad de viajar a Senegal. En mi círculo cercano la noticia resultó aterradora ¿cómo era posible que me internara en África, dónde el ébola causaba estragos? ¿por qué no actuar como un turista normal e irme a pasear a París?
De poco sirvió que asegurara que África era un continente muy grande, que Senegal estaba considerado como un lugar muy seguro o que enviara documentos mostrando que la Organización Mundial de la Salud había declarado al país libre de la epidemia. No hubo calma hasta que estuve de vuelta en casa.
Asimismo, mientras conocía Dakar y otras ciudades senegalesas, vi como en plena temporada alta la presencia de turistas era escasa. El miedo al ébola había hecho que los viajeros eligieran otros destinos, quienes vivían del turismo estaban desesperados por la falta de ingresos, y un lugar seguro y que tomó todas las medidas para asegurar la salud de sus ciudadanos y visitantes, pagaba las consecuencias de lo que ocurría en otros lugares. La falta de información generaba tristes dividendos.
México no se ha visto tan afectado debido a que tiene una industria turística muy fuerte, pero aun así sus números se han estancado y ha bajado en los rankings de naciones por número de visitantes. Como lo vi en África, esto tiene consecuencias graves para quienes viven del turismo, y resulta malo ver como ocurre cuando se debe únicamente a una percepción y a falta de información.
Como una persona que vive aquí hace casi tres décadas, y que nunca ha sufrido a consecuencias de la violencia, les recomiendo que se informen antes de venir sobre qué zonas son seguras y cuales evitar (de preferencia con alguien que viva por aquí), pero no dejen de disfrutar de un país que tiene mucho que ofrecer.
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