viernes, 24 de abril de 2015

Monasterio de Sant Cugat

Caminos Sellados fue un proyecto del que tuve el gusto de ser fundador junto a cinco periodistas de viajes de cuatro países: Patricia Catania, Naiara Lemos, Marialenia Savvaidi, Anna Boschdemont y Guillem Griera. A través de un blog y de un posterior libro de viajes, se rendía homenaje a la tarjeta postal como elemento inseparable de los viajes, y se escribían textos que mezclaban el rigor periodístico e informativo, con un estilo epistolar. Todos estos textos se publicaron originalmente en www.caminossellados.com y terminaron con un premio internacional de periodismo de viajes. 
Dado que forman una serie, los iré publicando en orden cronológico.

Publicado originalmente el 3 de julio de 2014


Querido amigo:

Vivir fuera de Barcelona me ha permitido conocer una mayor variedad de lugares de los que ven muchos visitantes, y así he logrado aprovechar mi estancia en Cataluña al máximo. Por supuesto, la capital de la provincia ejerce un magnetismo irresistible, y cada semana tomo el tren para disfrutarla al menos un día. Pero esos viajes en tren me han llevado a pasar por otras muchas ciudades y finalmente la curiosidad me ha llevado a visitarlas. ¿Alguna vez has escuchado de Rubí, Terrassa, Castellar o Palau Solità? Pues todos ellos son lugares cercanos a la Ciudad Condal, con algo que ofrecer e ignorados por los millones de personas que eligen Barcelona. Recorriéndolos, he conocido mucho más de Cataluña, y he cumplido el sueño de todo viajero de llegar a donde pocos lo hacen.
Hoy te escribo para contarte de uno de esos lugares, Sant Cugat del Vallès.

Atrio del monasterio de Sant Cugat

Sant Cugat queda a medio camino entre Barcelona y mi universidad, y aunque pocos extranjeros reparen en él, es uno de los puntos más importantes de la región del Vallès Occidental. En su centro tiene el antiguo monasterio de Sant Cugat, una abadía benedictina en excelente estado de conservación y que hoy aloja un interesante museo.
Al visitar el lugar, aprendí en primer lugar que el Cugat catalán se traduce como Cucufate en español, y es el mismo a quien la tradición en México acude para encontrar objetos perdidos, pero más allá de esta curiosidad, resulta que el lugar fue tan importante que durante la Edad Media fue el monasterio más poderoso del condado de Barcelona, y se convirtió en un auténtico centro de poder al que decenas de templos cercanos le estaban subordinados. Fue así fundamental para el desarrollo de la región.

Basílica de Sant Cugat

El museo de Sant Cugat, alojado en el monasterio, tiene una calidad que uno no espera encontrar más que en las grandes ciudades. En poco espacio no sólo disfruté del bien restaurado atrio, sino que aprendí de la historia de los monjes benedictinos tanto en España como Europa; conocí la evolución arquitectónica del lugar, que sigue el patrón de la orden en toda Europa; me adentré en lo que era la vida diaria de los religiosos y vi como el monasterio se desarrolló en todas sus etapas, desde su crecimiento y apogeo hasta su decadencia y abandono.
La exposición tiene cosas muy interesantes para los aficionados a la historia como yo, por ejemplo un audiovisual permite conocer todos los detalles de la regla benedictina que cada día seguían los religiosos. Y se ha hecho un excelente trabajo de rescate documental, con lo cual hoy podemos escuchar nuevas grabaciones de los antiguos cantos gregorianos, cuya letra podemos además seguir en una pantalla, por si te animas a practicar tu latín y cantar al ritmo de la música.
No puedes, además, dejar de visitar el templo anexo, que hoy mantiene su uso religioso. Esta basílica tiene un impresionante rosetón y su desarrollo estuvo totalmente ligado al del monasterio, por lo cual, conforme este adquirió poder, se convirtió en uno de los más grandes y bellos de los alrededores de Barcelona.

Espero que algún día vengas a verme a Barcelona, amigo. Y cuando lo hagas, además de enseñarte la ciudad te mostraré lugares como Sant Cugat, que están ocultos para todos los ojos salvo los que saben buscarlos.

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