lunes, 27 de abril de 2015

‘¡Que viva México!’ (1979), de Sergei Eisenstein

Caminos Sellados fue un proyecto del que tuve el gusto de ser fundador junto a cinco periodistas de viajes de cuatro países: Patricia Catania, Naiara Lemos, Marialenia Savvaidi, Anna Boschdemont y Guillem Griera. A través de un blog y de un posterior libro de viajes, se rendía homenaje a la tarjeta postal como elemento inseparable de los viajes, y se escribían textos que mezclaban el rigor periodístico e informativo, con un estilo epistolar. Todos estos textos se publicaron originalmente en www.caminossellados.com y terminaron con un premio internacional de periodismo de viajes. 
Dado que forman una serie, los iré publicando en orden cronológico.

Publicado originalmente el 12 de octubre de 2014

Querido amigo:

En 1930 el gran director soviético Sergei Eisenstein llegó a México para trabajar en la que sería su película más ambiciosa. Tras el reconocimiento internacional que filmes como El acorazado Potemkin (1925) y Octubre (1927) le habían merecido, el cineasta tomó la decisión de continuar su carrera lejos de su Rusia natal y viajó a Hollywood. Donde, tras varios proyectos fallidos con la Paramount, Eisenstein consiguió financiamiento de parte de Upton Sinclair, quien le dio total libertad creativa bajo la condición de que el escenario y la historia ocurrieran en México.

El director llegó al país sin un plan definido, sin saber que con su llegada a México iba a iniciar un viaje que superaría todas sus expectativas, y que lo enamoraría de una nación a la que admiraba por haber triunfado con una revolución social, refiriéndose a la reciente Revolución Mexicana.
El viaje de Eisenstein lo llevó por varios rincones del país. Desde Yucatán, donde conoció la cultura maya; hasta Hidalgo, donde visitó las haciendas pulqueras; y pasando por el Istmo de Tehuantepec, donde presenció una boda tradicional. Todo lo que presenció se fue sumando en su cabeza para hacer un ambicioso proyecto donde exploraría la historia, geografía y cultura mexicana a través de diferentes episodios.
El soviético no pudo dejar de filmar mucho de lo que veía, y su viaje se extendió más allá de lo planeado, hasta que sus patrocinadores, cansados, le retiraron el apoyo. El director aún tenía pendiente la grabación de las escenas de la última parte de su cinta, pero aceptó volver a Estados Unidos y editar la cinta a partir de las 50 horas de celuloide grabadas, lamentablemente, se encontró con que su ingreso al país fue bloqueado por las autoridades, y al volver a Moscú, nunca pudo recibir las cintas en casa para editarlas desde allá. Su obra magna quedaría así, trunca.

Sin embargo, la historia de la película, llamada ¡Que viva México!, continuaría. Los productores originales usaron el material para estrenar tres cortometrajes, pero sería en 1979 cuando Grigori Aleksandrov recuperó el material original y editó una versión de la cinta basada en los apuntes dejados por el ya fallecido Eisenstein. Esta versión hoy está disponible y nos permite compartir el viaje del director por nuestro país, y maravillarnos con aquellos aspectos de nuestra cultura que más le interesaron: el día de los muertos, las procesiones a la virgen de Guadalupe, las corridas de toros… Además se puede notar el buen ojo para la cámara que tenía uno de los más grandes de la historia del cine.

Te recomiendo que busques la cinta y que hagas un maravilloso viaje a México y a su pasado. Ya me platicarás entonces tus impresiones.

Saludos.

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