martes, 28 de abril de 2015

El mar comiéndose la tierra

Caminos Sellados fue un proyecto del que tuve el gusto de ser fundador junto a cinco periodistas de viajes de cuatro países: Patricia Catania, Naiara Lemos, Marialenia Savvaidi, Anna Boschdemont y Guillem Griera. A través de un blog y de un posterior libro de viajes, se rendía homenaje a la tarjeta postal como elemento inseparable de los viajes, y se escribían textos que mezclaban el rigor periodístico e informativo, con un estilo epistolar. Todos estos textos se publicaron originalmente en www.caminossellados.com y terminaron con un premio internacional de periodismo de viajes. 
Dado que forman una serie, los iré publicando en orden cronológico.

Publicado originalmente el 22 de noviembre de 2014


Querido Leonardo:

Te escribo esta carta recién llegado de mi primera visita a África. Una aventura que me abrió nuevos horizontes viajeros y me enseñó todo lo que queda por descubrir en el mundo. En concreto visité Senegal, y tuve la oportunidad de recorrer varios de sus lugares más importantes, pero hoy te escribo para contarte de uno en particular, que me invitó a reflexionar mucho.

Mar avanzando sobre la Langue de Barbarie, Senegal

Al norte del país se encuentra la ciudad de San Luis, la antigua capital colonial francesa y uno de los lugares con más encanto que vi. San Luis, a donde llegar es una aventura que incluye pasar cuatro horas en un taxi colectivo mientras se cruza la estepa africana, tiene una geografía muy particular. La ciudad se compone de tres zonas, un barrio de pescadores, una zona continental donde vive el grueso de la población, y la isla de San Luis, que se corresponde a la zona histórica y que se ubica en medio del río Senegal, que da nombre al país.
La situación de la isla era la causa de que ocasionalmente todas sus calles se inundaran con la crecida del río, por lo que se recurrió a una solución de ingeniería para evitar esto. Se abrió un pequeño corte de cinco metros en la Langue de Barbarie, una larga franja de arena que separaba el río del feroz océano Atlántico, para permitir que el agua del río saliera por ahí sin anegar las calles de San Luis. Nunca supusieron que se trataba de un terrible error.

La Langue de Barbarie resultó ser un lugar muy delicado, y el corte que se le hizo la dejó a merced de la erosión causada por la fuerza de las olas, en pocos años el pequeño boquete se ha extendido por kilómetros sin que sea detenido, y a afectado a varios resorts turísticos obligados a cerrar, así como a los pescadores locales, que ahora deben enfrentar al furioso mar para ejercer su oficio. Decenas han perdido la vida.

Descubrí todo esto acompañado de Pathe, un guía local que me llevó en su barca al punto mismo donde hoy el mar y la lengua de arena se encuentran. El paisaje es hermoso y atrae tanto por su playa como por su naturaleza, sin embargo el mar continúa avanzando como atestiguan los árboles hoy medio hundidos en el océano. Es impresionante pensar que los lugares por los que caminé tan tranquilamente estarán bajo el agua en tan sólo unos meses. Dentro de pocos años el problema llegará a afectar al parque natural que se extiende al final de la lengua de arena.

Barca en el río Senegal

El viajar nos lleva a descubrir lugares hermosos en el mundo, pero también a reflexionar sobre nuestro mundo, la gente que vive en él y, en este caso, del daño que los humanos causamos. Una acción aparentemente tan sencilla acabó por provocar un desastre ecológico que, al tiempo que te escribo, unos ingenieros neerlandeses estudian para tratar de resolver.
Ahora tú empiezas a vivir en un mundo que estamos cambiando aceleradamente, por lo que cuando crezcas no será el mismo, a menos que como sociedad mejoremos muchos de nuestros hábitos. Esperemos que sea así, para que dejemos de destruir todo aquello que a la naturaleza le tomó milenios legarnos.

Desde esta África que tanto tu madre como yo hemos descubierto, me pregunto qué viajes harás y qué descubrirás en ellos, lo sabremos a su tiempo.

Un beso.

Tu tío.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario