martes, 28 de abril de 2015

‘El mago de Oz’, de Victor Fleming

Caminos Sellados fue un proyecto del que tuve el gusto de ser fundador junto a cinco periodistas de viajes de cuatro países: Patricia Catania, Naiara Lemos, Marialenia Savvaidi, Anna Boschdemont y Guillem Griera. A través de un blog y de un posterior libro de viajes, se rendía homenaje a la tarjeta postal como elemento inseparable de los viajes, y se escribían textos que mezclaban el rigor periodístico e informativo, con un estilo epistolar. Todos estos textos se publicaron originalmente en www.caminossellados.com y terminaron con un premio internacional de periodismo de viajes. 
Dado que forman una serie, los iré publicando en orden cronológico.

Publicado originalmente el 23 de noviembre de 2014


Querido amigo:

Uno de los más grandes clásicos de la historia del cine está estrechamente ligado con un viaje, y con todo lo que esta acción representa para nosotros. Se trata de El mago de Oz, película que cautivó a las audiencias en 1939 y que desde entonces es uno de los pilares de la historia del cine.
La película se basa en la novela El maravilloso mago de Oz de Frank L. Baum, y si bien no fue la primera ni la última adaptación de estas novelas, es sin duda la más importante. Entre sus logros se encuentran el ser una de las primeras cintas en hacer uso del color como un elemento narrativo de la historia, además de que legó algunas canciones igualmente icónicas en una época en que el séptimo arte era difícilmente concebido sin números musicales, pero pasemos a la historia y a los viajes que hay en ella.

Dorita (Judy Garland) es una chica apunto de alcanzar la madurez, quien crece aburrida en una granja en el estado de Kansas, ahí se mete en problemas por el comportamiento de su perro Toto, pero no encuentra apoyo de sus tíos, que están muy ocupados preparándose para una tormenta. Dorita escapa de su hogar, sólo para decidir regresar, pero antes de hacerlo es atrapada por un tornado que la llevará muy lejos de casa, pues al terminar la tormenta ella y Toto se encuentran en el fantasioso mundo de Oz.
Empieza ahí un viaje para la chica cuyo objetivo final es volver a su hogar, para lo cual se le da la misión de alcanzar la enorme Ciudad Esmeralda para pedir ayuda al mago que gobierna este mundo. Dentro de este periplo, tendrá la oportunidad de descubrir el maravilloso mundo al que la suerte la ha llevado y conocerá tanto lo bueno como lo malo de él al recorrer el camino amarillo y encontrarse con aliados entre los que destacan El Espantapájaros, El Hombre de Hojalata y El León Cobarde. Cada uno de estos personajes se sumará la aventura y dentro del viaje encontrarán dones que creen que les hacen falta.

Al final Dorita vuelve a casa y la aventura le deja como enseñanza que “no hay lugar como el hogar“. El film ha sido influyente hasta nuestros días y recientemente dio lugar a una precuela Oz: el poderoso, que rindiendo homenaje a su antecesora nos muestra el viaje del mago y cómo llegó a residir en Ciudad Esmeralda.

Sobra decir que los lugares que Dorita ve, a excepción de la Kansas rural, están fuera de nuestro alcance. Pero todo lo que ella experimenta podemos vivirlo en cualquier viaje que emprendamos, la emoción de descubrir nuevos lugares, de conocer nuevas personas y de vencer los retos y dificultades que se nos presenten en el camino son cosas que todo viajero vive cada que deja su vivienda.

Y como Dorita aprendió, no hay lugar como el hogar, y toda aventura termina cuando regresamos a casa. Eso sí, para siempre quedan las aventuras y enseñanzas, así como el deseo de volver a salir y recorrer nuevos caminos. Aunque la película ya no lo cuente, poca duda me cabe de que Dorita no se quedaría sin volver a ver el mundo que empezó a descubrir.

Te recomiendo que no te pierdas este clásico del cine, y que lo tengas presente cada vez que inicies una nueva travesía.

Hasta que nos reencontremos en casa.

Un abrazo.

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